jueves, 5 de mayo de 2011

EL EMPLEO DESPROPORCIONADO DE SAL CONTRA LAS HELADAS EN ESPAÑA SUPONE UN DAÑO ECOLOGICO QUE COSTARÁ MUCHO REPARAR

En algunas ciudades europeas y gobiernos municipales está prohibido el empleo de sal para combatir la nieve y el hielo tanto en las carreteras como en la vias públicas. La razón: el impacto negativo en el medio ambiente, los daños ecológicos provocados al agua potable en el subsuelo, así como a plantas, árboles y resto de la flora próxima.
En algunos casos se han detectado consecuencias negativas sobre la salud de animales y personas, provocados por el polvillo resultante cuando se seca la sal. Lo que está comprobado, es que el uso masivo y descontrolado de miles de toneladas de sal -como está ocurriendo estos días por toda España- para combatir las nieves y heladas, acelera por otro lado la corrosión en el pavimento de las carreteras, así como de los vehículos y otras construcciones civiles de hierro como puentes, túneles o pasos, dada que la composición corrosiva de su propia naturaleza. La reparación de todos esos daños será una factura que seguro llegará con un alto precio a pagar.
De acuerdo a algunos estudios científicos a los que ha tenido acceso sacapartido.com, se calcula que el empleo de sal contra las heladas es el responsable de la muerte del 90% de los árboles en algunas grandes ciudades europeas. De ahí que cada vez más municipios, debido al impacto ecológico, rehusen el empleo de sal y empleen otros sustitutos.

Algunas alternativas sostenibles pueden ser arena, ceniza o gravilla, que tienen como ventaja frente a la sal ser más biodegradables, menor coste y con una eficiencia similar, ya que logran sin dañar el ecosistema derretir el hielo sobre las calles en un plazo similar de tiempo.

Baste recordar cierta normativa en una ciudad como Berlín, donde los ciudadanos están obligados a retirar con sus propios medios la nieve y las placas de hielo de sus calles hasta un mínimo de 1,5 metros de su propia acera o portal, no a cualquier hora del día, sino ya a partir de las 7 de la mañana (9 en días festivos). Esta práctica berlinesa prohibe el empleo de sal salvo riesgo de ser sancionado con una multa de hasta 10.000 euros.
Aparte de los costes provocados, la vida del entorno verde y en especial de ciertas especies de árboles , capaces de producir cada uno el equivalente a unos 7.000 litros de oxígeno diarios que consumen 9.000 litros de C02 y de filtrar al menos 2 kilos de polvo en suspensión, son más que razón suficiente para la utilización de alternativas más sostenibles.

¿Alguien en España es sensible a este asunto o todo vale con tal de no culpar a nadie del caos circulatorio y el colapso de los aeropuertos, a cambio de toneladas y toneladas de sal rociadas estos días por la vía pública para paliar unas heladas sin anunciar pero cuyos efectos nocivos caro pagaremos?

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